La agilidad que requieren aquellos artesanos para hacer productos tradicionales que atraigan a todo tipo de público y cuenten una historia que viene de años atrás, hace presencia en los pueblos del Quindío, donde el oficio de la cestería se convierte en una tradición familiar que hace trascender su legado de generación en generación.  

Las artesanías de tejidos de fibra, tradicionalmente, se producían en casas de los distintos artesanos que marcaron la historia de este oficio, quienes adecuaban sus talleres en sitios abiertos, con un mínimo de circulación de viento directo para evitar que el filamento no se secara.

Los talleres que con el tiempo fueron expirando, eran espacios de encuentro familiar, donde los artesanos enseñaban a hacer todo tipo de figuras a sus hijos o nietos, transmitiendo a las futuras generaciones el oficio de la cestería.